Durante las últimas semanas hemos sido testigos de los efectos del cambio climático en la Tierra, hemos escuchado estadísticas y noticias no muy alentadoras. Pero también hemos escuchado voces como la de Greta Thunberg, haciendo un llamado a la acción y sí, necesitamos esperanza para lo que se viene, pero sobre todo, responsabilidad y acciones concretas.
El tiempo de las señales y discursos ya pasó, lo que necesitamos hoy son acciones. Desde pequeños, hasta grandes actos que den cuenta de la voluntad real de mejorar las cosas. Y sí, el cambio climático es irreversible, pero paralizarnos no va a mejorar nada, todo lo contrario. Ahora, la pregunta es ¿qué hacemos? Lo bueno, es que hay varias respuestas y posibilidades para comenzar a generar cambios, desde lo individual hasta lo colectivo. Sin embargo, la mayoría de las recomendaciones para avanzar en la línea de un modelo de desarrollo sostenible, apuntan hacia los cambios en las empresas e industrias.
El 2015 apareció la Agenda 2030 para marcar una hoja de ruta en cuanto a los objetivos para alcanzar el desarrollo sostenible a nivel global. Este espacio, creado por la ONU, propone 17 puntos a considerar y todos, apuntan a un valor intransable hoy en día: la Responsabilidad Social Empresarial. Ahora bien, cabe preguntarse ¿cómo implementamos estas recomendaciones y las materializamos en acciones concretas? De seguro cada empresa y organización tiene su estrategia, adaptada a sus propias necesidades, experiencias y modelos de negocio. Sin embargo, si desde ALD podemos recomendar una acción concreta para contribuir a esa hoja de ruta, sería la implementación de la electromovilidad.
Hablamos de un modelo de traslado bajo en consumo y emisión cero de carbono, permitiendo ahorrar tiempo, energía y cuidar el medio ambiente al mismo tiempo. La electromovilidad o movilidad sustentable, se ha instalado como una prioridad para el Ministerio de Energía, desde donde se plantea que además de significar una acción importante para avanzar hacia el desarrollo sostenible, permite proyectar una mejora en la salud de la población, también en la economía y en la disminución de la dependencia energética.
Por otro lado, la implementación de la electromovilidad permite cumplir con más de un objetivo de la Agenda 2030: el número 7, “energía asequible y no contaminante”, el que apunta hacia el aumento en la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas. El número 11: “ciudades y comunidades sostenibles”, que plantea que son las ciudades los centros “neurálgicos” del crecimiento económico, pero también representan el 70% de las emisiones de carbono a nivel mundial y por lo tanto, son necesarias las acciones que permitan disminuir la contaminación y eliminar los gases efecto invernadero. Y por último, el número 13: “acción por el clima”, donde se plantea la urgencia en invertir soluciones sostenibles para el desarrollo, muy alineado con el punto número 11.
Si bien la electromovilidad como modelo de traslado no es nuevo, hoy se hace más que necesario en función de los desafíos medioambientales que tenemos por delante. Asumir un rol activo e implementar acciones concretas en las estrategias de desarrollo sostenible al interior de las empresas, organizaciones e industrias, no puede dejarse para mañana. Las acciones son hoy, la electromovilidad es hoy.
Por último, pero no por eso menos importante, es relevante mencionar que además de las acciones y responsabilidades que asumen hoy las empresas con el medio ambiente, es indispensable que estas vayan alineadas a valores internos de las empresas y organizaciones; las que deberían poner en el centro el bienestar de sus trabajadores y clientes, mediante la priorización del trabajo en equipo, las soluciones innovadoras y el crecimiento sustentable. Valores que como ALD asumimos desde el inicio y marcan nuestra hoja de ruta.